Domingo Fernández Díaz CEDIDA

Domingo Fernández Díaz, catedrático jubilado, «soy un hombre que me he esforzado por todos los medios en encontrar el sentido de mi vida»

Juan Aguilar

Sábado, 1 de julio 2023, 07:10

Comenzar una entrevista con una persona «del calibre de la que tenemos enfrente», al menos para mí no resulta sencillo. Tengo que reconocer que «se ha resistido» a ponerse frente a frente, pero al final, y tras algún susto debido a algunas dolencias, por fin hoy es el día.

Por su enjundia, bagaje, experiencia, cercanía, amistad y familiaridad espero al menos que podamos descubrir algunos de sus aspectos menos conocido y, también, dejar patente otros que son más conocidos por los que lo «tenemos más cerca».

A Domingo Fernández Díaz podríamos definirlo de muchas maneras, amigo de sus amigos, cercano, derrocha bondad, una persona de fuertes creencias religiosas, humanista en el «amplio sentido de la palabra», gran conversador…y casado con Jacoba Álviz Ridruejo, hija de uno de los médicos que dejó huella en una época de Hornachos no tan lejana, Don Francisco Álviz. Hizo de la enseñanza su modo de vida, y consiguió la cátedra en lenguas clásicas, para dedicarse a la enseñanza en Villafranca, Zafra, Mérida y Almendralejo, además de ser un gran amante de la historia y escritor, en sus ratos libres.

No seré yo quien descubra a Domingo Fernández, persona comprometida con muchas causas, y precursor en un momento de nuestra historia, de abrir una «sociedad demasiado cerrada» a conocer otra realidad social que se abría a «pasos agigantados», a unos cambios que se iban sucediendo casi sin darnos cuenta. En definitiva, una etapa de la historia que evolucionaba y se movía empujada con unos aires de libertad que eran celebrados por una sociedad que ya no podía mirar hacia otro lado. Aquellas charlas en el «Aula Cultural», obras de teatro, cine fórum, recitales…, no es fácil ahora definir lo vivido en aquella época.

Pero,, si les parece vamos a ver cómo empezamos esto, y nada mejor que preguntarle a Domingo

PREGUNTA – Quién es Domingo Fernández Díaz.

Sólo soy un hombre de 79 años recién cumplidos que, con el paso y el peso de los años, se ha esforzado en encontrar, por todos los medios a su alcance, el sentido de su propia vida.

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PREGUNTA- Nos puedes indicar cuál es ese sentido.

Te diré, sinceramente, que consiste en desarrollar la capacidad de amar a todos los que nos rodean, sin distinción de ningún tipo, ni de raza, ni de religión, ni de tendencias políticas o sexuales…Se trata de expandir la enorme capacidad de amar que llevamos todos dentro pues, en definitiva, todos somos hijos de Dios, que es AMOR, y todos llevamos su sello, todos somos «mendigos de amor», es decir, necesitamos amar y sentirnos amados.

PREGUNTA – Hijo de padre maestro, y de una familia de Almendralejo, cómo recuerdas la etapa de tu niñez en Hornachos.

Una etapa inolvidable en mi Hornachos querido. El amor y la honradez que vi en mis padres y su relación con todos sus vecinos marcó para el resto de mi vida mi niñez. Tuve una infancia feliz, arropado y protegido por el ambiente de familia unida que formaba nuestro pueblo. Cómo olvidar aquellas romerías de San Isidro, con las maravillosas carrozas – la del pato, la del patio andaluz, con parejas bien ataviadas.. --, carrozas elaboradas por todo el pueblo unido en la nave de los camiones de Castelar. C.ómo olvidar aquellos Jueves Eucarísticos con don Manuel Valencia, un ejemplo vivo de caridad, en aquellos tiempos de necesidad. Y cómo olvidar aquella paz y armonía en que se desarrolló mi etapa de niño que, en su inocencia, disfrutaba de los juegos propios de su edad, llenos de travesuras y aventuras.

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PREGUNTA – Qué recuerdos tienes de aquellos años «de necesidades y carencias».

Verdaderamente, aunque eran tiempos difíciles por las deficiencias que había en aquella época, no tengo ningún recuerdo que me haya dejado huella o resentimiento alguno. Por eso afirmo que tuve una infancia feliz. Es cierto que se decía «pasas más hambre que los hijos de un maestro escuela». Os confieso que yo comía todos los días hasta saciarme probablemente porque, tanto mi padre –que con el sueldo difícilmente llegaba al día 18 ó 19 del mes – como mi madre que compartía todo con él, eran unos «buscavidas» para que no nos faltase lo preciso: tuvieron comercio, mi padre hacía de corredor vendiendo borregos de ganaderos de Hornachos en Almendralejo, tenía cabras…Recuerdo que, al venir el día, mi padre me decía: «Hijo, vamos a ordeñar las cabras y desayunamos». ¡Y qué buena y calentita estaba la leche recién ordeñada!. Ni fiebres de malta ni nada de nada. Nunca tuvimos problemas.

PREGUNTA – ¿Cualquier tiempo pasado «fue mejor«?

En realidad, aunque es un tópico literario, no estoy de acuerdo. Implica pesimismo y yo soy obviamente optimista. Cada tiempo y cada época tiene sus «claro-oscuros», sus aciertos y errores. Y creo firmemente en la bondad de Dios y en la del hombre que le hizo perfectible. No hay más que mirar la Historia a lo largo de los siglos para ver cómo ha evolucionado la ciencia y la calidad de vida de los hombres. Bien es verdad que hay momentos nebulosos, tenebrosos, - como los de ahora-en los que parece que perdemos el norte, que nos creemos autosuficientes y nos olvidamos que, desde que llegamos al mundo hasta que morimos, estamos en las amorosas manos de Dios al que no debemos olvidar. Pero tras la oscuridad de la noche, siempre viene el día.

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PREGUNTA – Donde comenzaste tu formación para la enseñanza.

Creo que me viene desde mi adolescencia, - sobre los 16 años - cuando empecé a dar clases particulares para pagarme los estudios. Pero, sin duda, me atrajo a la enseñanza la admiración y el cariño que siempre sentí por mi padre, que me enseñó –en mis prácticas de Magisterio- cómo hablar a los niños de su clase, explicándole los conceptos sencilla y brevemente. Nunca se lo agradeceré bastante. Después, el ejemplo de tantos buenos compañeros, que he tenido en mi paso por los Colegios de San José y de las Carmelitas, y por los IES. del Suárez Figueroa (Zafra), del Santa Eulalia (Mérida) y, por último, del Carolina Coronado de Almendralejo, me han ido curtiendo.

PREGUNTA – De que manera fue evolucionando la enseñanza en los años en los que estuviste ejerciendo

Tengo que reconocer, desgraciadamente, a pesar de mi optimismo que, cuando los políticos introdujeron la demagogia en la enseñanza, haciendo reformas tras reformas –cada uno desde su óptica particular - sin consultar a los realmente profesionales, desvirtuaron a la propia enseñanza y olvidaron que ésta debe tender a desarrollar plenamente como personas a los estudiantes para que sean útiles, el día de mañana, a la sociedad. Valores como la constancia, el esfuerzo, el afán de superación y la solidaridad, con el paso de los tiempos, se han ido deteriorando. Es hora de que, una vez por todas, entre todos se llegue a un Pacto de Educación, tantas veces malogrado, que perdure en el tiempo para que nuestros alumnos no sirvan, continuamente, de conejillos de laboratorio.

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PREGUNTA – A una persona tan inquieta como tú también le llega la jubilación, ¿cómo la afrontas?

Fenomenalmente, haciendo todo lo que me ha gustado y antes no podía: tractorando, haciendo albañilería, viajando, disfrutando de mis hijos y de mis nietos, paseando, escribiendo comentarios literarios sobre poemas, leyendo…

PREGUNTA – También fuiste Mayordomo de nuestra patrona la Virgen de los Remedios

Trabajé con ilusión cuanto supe, tratando de asumir el enorme honor y la responsabilidad que el cargo conllevaba. Un mes aproximadamente antes de los tres años preceptivos, dejé el cargo para que lo asumiera otro. Por eso me llaman, cariñosamente, «Domingo, el breve». Pero yo, como escribió mi admirado León Felipe, preferí

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« Ser en la vida romero, romero…sólo romero.

Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,

pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,

ligero, siempre ligero».

PREGUNTA –¿Has dejado algo sin hacer por falta de tiempo?

Te contesto con una cita clásica de Séneca, en su ensayo «De la brevedad de la vida»:

«EL tiempo que tenemos no es corto; es que perdemos mucho» ( Cap. 1)

PREGUNTA – Como es ahora tu día a día

Me suelo levantar al venir el día, ya que me suelo acostar temprano. Aprovechando el silencio, me pongo en presencia de Dios y hago mi rato de oración, que lo necesito. Luego, leo alguno de los libros que suelo simultanear. A continuación, si estoy en Almendralejo, voy a desayunar mi café con churritos y, a la vuelta, me pongo al cuidado y a las órdenes de mi adorada mujer. Arreglo la loza y ordeno las cosas. El resto del tiempo, lo aprovecho para leer y escribir. También, cuando hay deportes o una buena película, disfruto viendo la TV.

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PREGUNTA – Desde tu perspectiva como ves «la sociedad que nos ha tocado vivir».

Una sociedad compleja, como somos los hombres de hoy, que presenta avances tecnológicos hace poco inimaginables, a ritmo vertiginoso que, a veces, nos invaden por completo, como las redes sociales, y nos convierten en esclavos, carentes de nuestra sagrada libertad. Existe un serio peligro, sobre todo, para niños y adolescentes. Todo progreso es positivo, pero hay que tener tiempo para asimilarlo y se precisa tener una educación previa y adecuada. Echo de menos, con añoranza, una educación humanística que ha caído en desuso. Y también me preocupa el ritmo en que se está secularizando nuestra sociedad.

PREGUNTA – Que significa Hornachos para ti.

El sitio con el que me obsequió Dios al nacer. La belleza y bondad de su enclave, de su clima y, por encima de todo, de su paisanaje que exhibe como banderas/ «las virtudes que a sus antepasados adornaron:/ la sencillez y la bondad,/ junto a la fortaleza altiva y la hospitalidad,/ virtudes todas excelsas/ que nobleza le dan»/.

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PREGUNTA – Ese amor por el pueblo sabemos que también que lo has transmitido a tus hijos, de qué manera ellos lo «viven».

Ni más ni menos que como todos los hornachegos, pues sienten el orgullo de haber nacido aquí y sentirse, aunque vivan lejos, parte viva de su Hornachos querido

PREGUNTA – Sabemos que eres un lector empedernido, que libro estás leyendo en estos momentos.

Como he dicho, suelo simultanear de dos a tres libros. Ahora estoy leyendo:

--La Biblia, compañera inseparable;

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--El Quijote de la Mancha, una nueva edición numerada, mostrenca

( fam. Gorda y pesada), de fácil lectura por sus letras;

--Ensayos de Séneca:» De la felicidad», »De la vida retirada o del ocio», «De la serenidad del alma» y «De la brevedad de la vida».

PREGUNTA – Como te gustaría que te recordaran los hornachegos.

Como a uno de ellos, como un hombre sencillo que ha procurado siempre relacionarse con todos sin distinción, -porque me sirven ellos de orgullo-, como un hombre de paz que se ha esforzado en que haya concordia. Les pido públicamente me perdonen si, a pesar de tener más responsabilidad por haber recibido más de la sociedad, les he dado alguna vez un mal ejemplo.

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PREGUNTA – Domingo si miras hacia atrás con qué momentos de tu vida te quedarías.

Con toda mi vida entera, llena de errores y de aciertos, con la bondad y misericordia de Dios que me ha acompañado y me acompaña todos los días de mi vida.

PREGUNTA – Algo que te gustaría añadir para terminar.

Recordaros la frase que hace tiempo tomé prestada del eremita y místico italiano Carlo Carreto, el título de una de sus famosas cartas desde el desierto:

LO QUE IMPORTA ES AMAR.

Creo que expresa, probablemente, uno de los conocimientos más importantes para la vida del hombre, En mi opinión, en efecto, el amor es vital, esencial para nuestro equilibrio personal y emocional, para nuestra propia felicidad. Hasta siempre. ¡Os quiero a todos!

Darte las gracias, Domingo.

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